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cola habría continuado su ataque, como un pino que la avalancha hubiera lanzado de
punta desde el risco habría atravesado el ancho pecho de un montañés. Lo mismo le
habría sucedido a Leothric; pero Sacnoth asestó su golpe de lado, con el plano de su
hoja y lanzó la cola zumbando por sobre el hombro izquierdo de Leothric; y raspó su
armadura al pasar y dejó en ella un surco. De lado atacó entonces la cola frustrada de
Wong Bongerok a Leothric y Sacnoth la paró y la cola salió disparada chillando ante la
hoja por sobre la cabeza de Leothric. Entonces Leothric y Wong Bongerok lucharon
espada contra diente y la espada hirió como sólo Sacnoth puede hacerlo y la maligna
vida fiel de Wong Bongerok escapó por la ancha herida abierta.
Entonces Leothric dejó atrás el cadáver del monstruo, cuyo cuerpo blindado todavía se
estremecía un tanto. Por un momento fue como todas las rejas de arado que trabajan
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juntas en un campo tras caballos cansados y empeñosos; luego el estremecimiento
cesó y Wong Bongerok quedó allí tieso, víctima de la futura herrumbre.
Y Leothric avanzó hacia los portales abiertos y Sacnoth fue goteando en silencio a lo
largo del suelo.
Por los portales abiertos a través de los que Wong Bongerok había hecho su entrada,
Leothric llegó a un corredor que llenaban los ecos de la música. Este fue el primer lugar
en el que Leothric pudo ver algo por sobre su cabeza, porque hasta aquí los techos
habían ascendido a alturas de montaña y se había extendido indistintos en la
lobreguez. Pero a lo largo del estrecho corredor colgaban enormes campanas muy bajo
y cerca de su cabeza, y el ancho de cada una de las campanas de bronce era de pared
a pared y se encontraban una detrás de la otra. Y al pasar bajo cada una de ellas, la
campana sonaba y su voz era luctuosa y profunda, como la voz de una campana que
se dirige a un hombre por última vez cuando éste acaba de morir. Cada una de las
campanas sonaba una vez al pasarle Leothric por debajo y sus voces clamaban
solemnes y distintas a intervalos ceremoniales. Porque si caminaba lentamente, estas
campanas se aproximaban entre sí, y cuando aceleraba el paso, se alejaban la una de
la otra, Y los ecos de cada una de las campanas que doblaban fúnebres por sobre su
cabeza, se le adelantaban susurrándose entre sí. Una vez, al haberse él detenido,
sonaron discordantes y enfadadas hasta que él volvió a ponerse en marcha.
Por entre estas notas lentas y ominosas, llegaba el sonido de los ejecutantes mágicos.
Ahora estaban tocando una endecha sumamente luctuosa.
Por último Leothric llegó al final del Corredor de las Campanas y vio allí una pequeña
puerta negra. Y todo el corredor por detrás de él estaba lleno de los ecos del toque de
difuntos y todos musitaban entre sí acerca de la ceremonia; y la endecha de los
músicos llegaba flotando entre ellos como una procesión de refinados huéspedes
extranjeros, y todos ellos auguraban el mal de Leothric..
La puerta negra se abrió al instante ante la mano de Leothric y éste se encontró al aire
libre en un amplio patio cubierto de mármol. Por sobre él, muy alto, brillaba la luna,
convocada allí por obra de Gaznak.
Allí estaba Gaznak dormido y alrededor de él se encontraban sus ejecutantes mágicos
que tocaban instrumentos de cuerdas. Y aun dormido Gaznak vestía una armadura y
sólo sus muñecas, su cara y su cuello estaban al descubierto.
Pero la maravilla de ese lugar eran los sueños de Gaznak; porque más allá del amplio
patio dormía un abismo oscuro, dentro del abismo se vertía la blanca cascada de una
escalinata de mármol que se ensanchaba más abajo para formar terrazas y balcones
poblados de bellas estatuas blancas, y volvía a descender luego como ancha
escalinata que llegaba a terrazas inferiores en la oscuridad donde malignas formas
inciertas iban y venían. Todo esto eran los sueños de Gaznak, que, salidos de su
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mente y convertidos en mármol resplandeciente, pasaban por sobre el borde del
abismo mientras los músicos tocaban. Y durante todo el tiempo de la mente de
Gaznak, arrullada por esa extraña música, surgían chapiteles y pináculos hermosos y
esbeltos que ascendían al cielo. Y los sueños de mármol se movían lentamente junto
con la música. Cuando las campanas doblaban a muerto y los músicos tocaban la [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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