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»A medida que fue pasando el tiempo, el sapiens ganó más control sobre la naturaleza,
pero no sobre sí mismo. Consiguió esclavizar a los elementos, pero siguió siendo él
mismo un esclavo.
»Durante este período, los sectores más avanzados del sapiens cambiaron sus
proyecciones. Fueron establecidos nuevos modelos para conformarlos a una perspectiva
más sofisticada del mundo. Personificaron sus inquietudes en nuevos monstruos
metafísicos... incluso en planetas completamente poblados de ellos. Por lo que sabemos
ahora, tales cosas no pueden existir, pero su imaginación estaba poseída por sus
inquietudes. Soñaban también con máquinas perfectas, cosas de metal que no pudieran
sufrir sus incapacidades internas. Robots, lo que nosotros llamamos radniks. Los robots
tenían tan sólo circuitos electrónicos; ni sueños, ni confusiones internas. Los sueños,
debo explicar, eran corto - circuitos de la energía nerviosa, que así se descargaba de los
excesos que el desagradable conflicto de los sistemas internos le producía, que
conturbaban el sueño del sapiens y eran casi tan importantes como el propio sueño.
»Toda su ciencia, según los pocos que se dieron cuenta de ello, era de hecho mágica,
como los ritos que observamos la pasada noche, dirigida para exorcizar los demonios
internos. Por supuesto, el prototipo de un sistema político perfecto tenía que llegar
primero, o de otro modo tales experimentos habrían sido prohibidos por los gobiernos
enloquecidos por el poder.
»Los sapiens hallaron finalmente un camino, a través de la ingeniería genética, y de lo
que ahora denominamos tecnoeugenesia, para desarrollar hombres y mujeres sin sus
propias aflicciones, sin sus limitaciones fisiológicas. Esto es lo que estábamos diciendo
ayer.
»Nos desarrollaron a nosotros.
»Con ello, generaron también su propia caída. El uniformis tuvo que hacerse cargo de
su caótico mundo.
»Bien, camaradas, ya saben lo que ocurrió a continuación. O lo que no ocurrió a
continuación. Hemos avanzado lentamente desde que fuimos inventados. No dejamos de
avanzar ni un momento, generación tras generación. El viejo mundo murió lentamente
bajo nuestro toque. Conservamos algunos animales y, creo, algunos pocos homo sapiens
en zoos. Somos lógicos, y comprendemos la lógica de controlarlo todo, desde nosotros
mismos hasta la totalidad del sistema solar. Sin embargo, aparte de abolir muchas
características de la vida del sapiens, como el nacimiento desde las entrañas y la familia y
el arte y la religión, ¿qué hemos hecho? Nada. Nada. En un millón de años, realmente
hemos logrado menos de lo que logró el sapiens en un siglo o así.
- Todo eso son disparates - dijo Sygiek -. La comida le está haciendo sufrir un
envenenamiento...
- Puede usted pensar así, naturalmente... Pero mejor, si lo desea, puede hacer su
propio discurso más tarde, utopista Sygiek - dijo Takeido suavemente -. He escuchado a
los de su clase, malditos radniks, declamar sus discursos durante toda mi vida. Ahora me
estoy tomando mi turno. Sólo deseo decir que éste es otro planteamiento, y que en el
Sistema nunca llegará a ser planteado. No hay forma de hacerlo. ¿Entienden lo que
quiero decir, camaradas? Si hablas alto, eres un enemigo del Sistema. ¿Es entonces tan
insegura nuestra forma de vida? ¿Puede una objeción hacer que una afirmación se
derrumbe totalmente?
»Quizá sí... Cuando uno contempla lo poco que hemos conseguido. Cierto, ahí está
nuestro método de viaje a través del abismo que el sapiens nunca habría podido
desarrollar, puesto que el cratocálculo es una forma de las matemáticas que está más allá
de sus mentalidades... Y más allá de la mía, debo añadir. Pero por todo eso, el sapiens se
habría aventurado a estas alturas mucho más lejos de lo que lo hemos hecho nosotros.
Un millón de años de Biocom, ¡y todo lo que hemos hecho es atrincherarnos en el
Sistema como garrapatas en un perro viejo!
Con una voz fríamente controlada, Kordan dijo:
- Utopista, desde luego su mente está ofuscada..., y deberá someterse a tratamiento si
logramos salir vivos de aquí, ¡si un rito tan deplorable como el que hemos presenciado
esta noche pasada puede provocar un fermento tan subversivo!
- ¡No! ¡No! ¡Sí, sí, mi mente está ofuscada, apestoso cerdo intelectual, porque el
Sistema nos obliga a todos a permanecer separados los unos de los otros en el maldito
nombre de la Unidad! - Takeido estaba arrodillado sobre su banco, tan erguido como se lo
permitían sus grilletes, y vociferando por encima de la celda de Constanza a Kordan, que
lo contemplaba pálido. Constanza permanecía acurrucada y se tapaba los oídos -. No
podemos confiar los unos en los otros debido al constante temor a la traición... Lo que el
Estado llama conciencia no es más que un repugnante esquema de traición. No podemos
confiar los unos en los otros... Ahora me atrevo a hablar simplemente porque confianza y
traición son irrelevantes en estas circunstancias. Pero tiene razón, sí, esa ceremonia de la
pasada noche puso un fermento en mi pecho.
Se sofocaba con la emoción y se golpeaba el pecho, haciendo sonar sus cadenas.
- Pienso en la resistencia de esta gente, en cómo cuidan ellos mismos de sus jóvenes,
por ejemplo, en lugar de criarlos como animales de laboratorio como hacemos nosotros.
Sobreviven en condiciones imposibles. Les diré... Les diré a todos ustedes, atontados
utopistas, que si unos pocos centenares de nosotros fuéramos abandonados en un lugar
desierto de Lysenka ahora, nos sentaríamos sobre nuestros traseros y hablaríamos y
discutiríamos y mentiríamos y exageraríamos hasta morir. Esta sería nuestra lógica.
Somos tan sólo robots, radniks.
- Nuestra habla es superior a su ritual discurso - comentó Burek -. Siéntese, Takeido,
siéntese y cállese. El suyo es un razonamiento inmaduro. Nadie lo comparte.
Takeido estalló de nuevo.
- Ja, no quiere usted apoyarme, ¿verdad, utopista Burek? Es tan sólo un individuo
aislado que adopta la postura de un individualista para retener algunos fragmentos de
autorrespeto. Pero usted no puede dar ni recibir ayuda... ¡Es sólo el tipo de marioneta que
desea el Sistema! - se volvió hacia el otro lado y le gritó a Dulcifer -: ¿Y qué hay con
usted, Vul Dulcifer? ¿Me apoyará? ¡De tanto en tanto dice usted algunas cosas atrevidas!
En nuestros corazones, lo sabemos... ¡Sí, lo sabemos! ¡Es usted un agente provocador,
un miembro de la podrida y hedionda PREU! No importa que lo niegue. No tengo miedo
de decir lo que todo el mundo supone.
- Si es así supone mal - dijo Dulcifer -. Siéntese, camarada... Ya tenemos suficientes
problemas sin que usted añada unos cuantos más.
- Sí, por favor, siéntese, Ian - dijo Constanza.
- Me sentaré - dijo Takeido -. Me sentaré porque Rubyna me lo pide, y ella es la única
persona decente aquí. Me sentaré, pero antes les contaré mi gran idea. Es una manera
de poder quebrar la imposible opresión que ejerce el Biocom sobre todo el mundo en el
Sistema. Lo diré tanto si me apoyan como si no.
»Debemos olvidar nuestros prejuicios tan cuidadosamente aprendidos y comprender
que estos salvajes son dignos de admiración. ¡Sí, admiración! No deben ser eliminados.
Debemos cuidar de que se los preserve. Más que eso, deberían ser llevados de vuelta,
hasta el último hombre, mujer y niño, y establecidos en una amplia reserva en la Tierra o
en Marte. No a todas las formas animales que han degenerado; simplemente a esas
tribus, ésta y cualquier otra igual, que han conseguido retener su humanidad a lo largo de
más de un millón de años frente a circunstancias imposibles. Creo que los necesitamos.
Tras un millón de embrutecedores años de Unión Mundial, creo que necesitamos a los
sapiens tanto como en su tiempo ellos nos necesitaron a nosotros. Eso es todo.
- Es más que suficiente - dijo Constanza secamente -. Está proclamando herejías.
Siéntese.
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